Tipos de bibliotecarios

Eres archivero-bibliotecario-documentalista. Lo llevas dentro, no lo puedes ocultar. Algunos desinformados te llamarán maniático, obseso del orden, loco de los libros. Ellos no se han dado cuenta. Se equivocan. Simplemente eres un archivero-bibliotecario-documentalista más. Una víctima de la deformación profesional que nos corrompe y crea monstruos. Monstruos como los tipos bibliotecarios que a continuación vamos a describir. ¿Con cuál te identificas tú?

Advertencia: los tipos que se describen a continuación son ficticios. Cualquier parecido con la realidad son meras imaginaciones vuestras 😉

Bibliotecario militante (listo para denunciar)

¿Biblioqué? Se te revuelve el estómago cada vez que alguien pregunta si para ordenar libros hace falta estudiar una carrera. Necesitas sacar el tema de la concienciación gremial y el no al pago en bibliotecas en cualquier ocasión. ¿Alguien se queja de que odia que se le cuelen en la cola del supermercado? Da igual, tú hablas del intrusismo en nuestro mundo laboral, que es parecido. ¿Otra persona protesta sobre los recortes del Gobierno? Momento perfecto para informar del abuso del Real Decreto 624/2014 de 18 de julio y reclutar personal para la causa.

Bibliotecario asuntos internos (siempre voluntario)

Te gusta visitar bibliotecas, pero no te contentas con echar un vistazo mientras te paseas sonriente. TIENES que comprobar que todo está bien y destacar lo que está mal. Demostrar con tus críticas que te sabes al dedillo la ley de bibliotecas española y autonómica, las recomendaciones europeas y los manifiestos de la IFLA/UNESCO. Precisas colocar los libros descolocados cuando nadie esté mirando (venga, admitámoslo, todos lo hemos hecho) y confirmar que el edificio cumple los puntos enumerados en el decálogo de Faulkner-Brown.

Bibliotecario viajero (porque siempre hay bibliotecas nuevas por explorar)

Que estés de vacaciones y de viaje no es excusa para no estar al día sobre la profesión. Antes de partir localizas las bibliotecas que estarán dentro de tu radio de acción. Da igual que se trate de pequeñas estancias en pueblos perdidos en la montaña y que tengan dos mesas, seis estanterías y, con suerte, una colección de referencia de las que los periódicos daban gratis el siglo pasado. Necesitas verla. Precisas comprobar cuál es la clasificación utilizada, aunque sepas que en el 99% de los casos se tratará de la CDU simplificada. Y te llevarás un folleto con sus actividades (a las que nunca podrás asistir, y que son las mismas que las de la biblioteca de tu barrio) mientras te miran raro los parroquianos que sólo se acercan a leer el periódico.

Documentalista espontáneo (freelance en familia)

Gracias a los móviles conectados a internet ahora puedes dar rienda suelta a tu vocación las 24 horas del día. Resolver antes que nadie las dudas de tu grupo de amigos y destapar sus burradas se ha convertido en un deber para ti, en algo personal al que no te puedes resistir. Unos te llamarán pedante. No les hagas caso. Tú eres consciente de que sólo estás resolviendo preguntas que se debieran dirigir a un servicio de referencia y/o centro de documentación. Sólo estás cumpliendo con tu trabajo.

Profesional idealista (trabajo hay, pero no se lo quieren dar)

Ves oportunidades de trabajo en cada esquina: en Spotify abundan los puntos de acceso genéricos y deficientes, en el periódico no saben distinguir entre el resumen del argumento de una película y una breve crítica supuestamente ingeniosa, en los supermercados los alimentos no siempre están bien clasificados. ¿A qué esperan los responsables de estos negocios para poner un documentalista en su vida? Eso sin contar el esperado día en que la Administración se decida a organizar los archivos de los juzgados. Entonces aún tendremos que pedir refuerzos de fuera.

El ego-bibliotecario (si Valentino se entera…)

Sabes que molas y que el mundo agradecerá que se lo descubras. Por eso tienes un blog en el que enseñas todas tus fotos junto a cualquier elemento que tenga que ver con la profesión: bibliotecas, archivos, librerías, estanterías… así como las charlas y demás eventos profesionales a los que asistes. Sueñas con que algún día las editoriales te paguen un sueldo por hacerte selfies con sus novedades. Muérete de envidia, LovelyPepa.

Bibliotecario social (en internet, en la calle tal vez no)

No puedes vivir desconectado a internet. Primero fue La Lista, ahora las redes sociales. Estás enganchado: sigues a todos en esta profesión, estás en todos los grupos relacionados con bibliotecas y lectura, te gustan todas las páginas de instituciones relacionadas con los libros, editoriales, institutos de investigación, etc. Tal vez ha llegado el momento de admitir que has llegado al colapso y que deberías tomar un poco el aire, ¿no te parece?
Dentro de este grupo podemos diferenciar algunas subespecies: los it-bibliotecarios (gurús no siempre muy activos, aunque todos les siguen), los voyeurs (siguen a los primeros y se contentan con mirar) y los comentaristas (hay que dejar huella, cueste lo que cueste, comentar, retuitear).

Opositor (erudito infinito)

Ya no hay solución para ti. Te sabes la fecha en que se fundó la IFLA, el ALA y la asociación de bibliotecarios de tu pueblo. Conoces cuál es la norma ISO para el papel permanente y la del protocolo OAIS que todavía no entiendes para qué lo necesitas. La Ley del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas es tu lectura de antes de dormir (lógico, ahuyenta el insomnio). Estás harto de ver preguntas referentes al foxing, las folksonomías y la extensión bibliotecaria. Eres un experto en historia documental: llevas tantos años estudiando que las asociaciones/consorcios/programas que descubriste al comenzar en esto han desaparecido y han sido sustituidas por otras… varias veces. Con suerte, algún día, podrás soltar en una conversación eso de que el pececillo de plata (o lepisma saccharina) provoca erosiones superficiales con contornos irregulares en los libros. Y quedarás como un rey.

Bibliófilo sibarita (siempre en busca del libro más exquisito)

Sabes que el índice de los libros no está siempre en el mismo sitio. Lloras cuando ves una catalogación en publicación, aunque esté mal hecha. Hueles los libros, tocas los libros, los abres, los cierras, los retuerces para comprobar que la encuadernación es buena. Desprecias aquéllos de papel reciclado como una manzana podrida que dañará a las anexas (lo del ph neutro no es sólo para tu piel). Mueres de amor al ver las ediciones inglesas: hasta el libro de bolsillo más humilde incluye el tipo de tipografía en que está escrito.

Archivero casero (el trabajo nunca es suficiente)
Ni un papel fuera de su sitio, ni una factura dentro del sobre y escondida en una estantería desconocida. Todo en sus correspondientes carpetillas siguiendo el principio de procedencia. ¿Que porqué no se pueden tirar las facturas del 97 si el gestor dice que todo lo de más de 5 años no sirve para nada? Porque tú sabes que cosas como los tickets de compra de electrodomésticos equivalen a la garantía. A veces esta garantía es muy amplia. Y nadie está preparado. Nadie salvo tú. Además, tienes un sello para anotar la fecha de registro de tu documentación comprado en la imprenta de la esquina y eso es sagrado.

Bibliotecario maruja (puede estar en paro, pero no fuera de servicio)

Una mañana te levantas y te das cuenta de que las especias (oh, horror) están desordenadas. Olvidémonos del desayuno, olvidémonos de la ducha. No se puede vivir en paz si la nuez moscada va antes que la canela. Encima siempre, siempre, siempre reciclas. ¿Qué otra cosa hay más bibliotecaria que clasificar nuestros desperdicios en torno a unas categorías bien definidas? El cielo en tu propia casa.

María Benitez

Bibliotecaria, documentalista y community manager en formación constante. Me apasiona navegar por la red en busca de noticias y nuevos datos acerca del mundo del libro, la edición, las bibliotecas y las redes sociales. A través de este pequeño espacio trato de transmitir mis inquietudes y descubrimientos. Siempre a la caza de aquello que me resulta más llamativo, más curioso y poco conocido.

10 respuestas a «Tipos de bibliotecarios»

  1. Hola soy lincenciado en filosofía y estaba interesado en cursar algún master en documentación ¿Que salidas laborales hay actualmente? Gracias.

  2. María, muy divertido el post! Felicitaciones, lo compartiré con colegas argentinos ya que muchos encontramos nuestro lugarcito entre estos tipos de bibliotecarios 🙂

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